Me inquieta
el tic-tac
de mi reloj
marcando
minutos
a la espera.
El Sol
asoma, ruboroso,
después de
la noche sanjuanera
Todo es calma
y la mar
retozando
juguetona
con la arena,
deja al aire
su tesoro
de piedras
blancas
y conchas
nacarenas.
Espejo fiel
del cielo,
por mil luces
y saetas de
pólvora estrellado
baña mi pies
y las
palmeras
abanican el
aire
con ritmo
suave y delicado.
A lo lejos,
algunas
barcas
surcando la
mar
briosas,
marineras,
rompen el
lienzo azul
con la
blanca espuma
de su
estela.
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