Se
nubla en mis ojos la mirada
y me acuno en los brazos de Morfeo.
Desaparece el mundo. Ya no hay nada
y en la nada de mis sueños me recreo.
Camino
ocultándome entre nubes
-algodones son, que lleva el viento-
Un hálito me llega, de perfume,
que aspiro con fruición mientras lo siento.
Eres
tú, que irrumpes en mi sueño.
Eres tú, mi dulce enamorada,
musa del amor en que yo creo.
Y sé, cuando en mis sueños te veo
que eres esa joya preciada
de la que soy amo y dueño.
Me
susurraba la mar;
oí que pronunciaba tu nombre.
Creí que empezaba a soñar
y tan solo ansiaba despertar
para encontrarte, pero ¿dónde?.
Rumores
del mar.
Preguntas que nadie responde.
Voces que quisiera acallar
mientras otras que, al hablar,
entre las sombras se esconden.
¿Te
buscaré entre la mar
celoso de la caricia de las olas?
Ojalá pudiera naufragar
y en una isla morar
para tenerte a todas horas.
Puede
que mi corazón esté roto
pero no sea tuya la culpa.
Se habrá roto por gastarlo
más, eso nada me preocupa
porque en amor soy voluntario
y no dimitiré nunca.
Mientras
tú quieras usarlo
y seas tú quien lo ocupa,
espero que puedas sanarlo
y si no, ¿acaso tengo la culpa
de haberme enamorado
sin importar cuánto ocurra?
Cada
día te descubro
y eres nueva para mí.
Desde siempre te conozco
aunque, el día en que te vi,
ni yo sabía quién eras
ni que empezaba a vivir.
Cuando
sepas que ya he muerto
no quiero que pases mal rato.
Olvida si, en algún momento,
pasaste algún trago amargo,
porque te quise y te quiero
y son mis recuerdos tan gratos
que otra muerte pediría
antes
que querer olvidarlos.
Por
eso, no guardes luto
ni te cubras con velos largos.
Si en
tu corazón estuvo
ese amor que es un milagro,
no nos diremos adiós.
Volveremos a encontrarnos.
Quiero
ser, en tu recuerdo,
ese dulce sueño dorado
que se cumplió justo a tiempo,
cuando ambos nos amamos
y nada importaba el mundo
pues estaba, ya, en nuestras manos.
Quisiera
mirar
en los ojos del alma
para que no me engañaran
mis ojos.
Quisiera
escuchar
de tus labios
que no me faltarán
tus besos.
Quisiera
sentir
que, en tu pecho,
late tu corazón
con el mío.
Quisiera
ser el hombre sabio
que, alejándose del necio,
descubriera que, en el amor,
tiene la vida su premio.
Parece
cosa sencilla
más no lo logro entender.
Las olas besan y besan la orilla
y quisiera saber por qué.
Dicen
que son las mareas,
la fuerza de la Luna o del Sol.
Perdonen que no me lo crea.
¿No tienen otra respuesta mejor?
Yo
digo que son las olas
cariñosas por demás.
Y las arenas de la playa,
¿qué cosa han de esperar,
sino los besos y arrullos
con que las regala la mar?
Aspiro
el aroma a tu paso,
te tomo por la cintura
y un beso arranco de tus labios
que tú me devuelves con ternura.
No
esperamos que cierre la noche
ni importa que el Sol esté fuera,
porque nuestras caricias conocen
que no es nuestro amor quimera.
Por
eso, no las ocultamos
y, quien no verlas quiera
que mire para otro lado
y que sus celos contenga.
Nuestro amor a nadie daña
ni
a nadie le pide cuentas.
LA PRIMAVERA
La
primavera y la brisa
me acarician con su aliento,
llenan de aromas mi vida
y son, de mi vida, el sustento.
Por
eso, cuando presiento
que el invierno se retira,
cuando en mis huesos ya siento
el calor del sol que me anima,
entonces,… entonces
siento que llega el momento
de renacer;
de volver de nuevo a la vida,
de sentir la hierba crecer,
de ver volar a la oruga dormida,
de convertirme en un nuevo ser,
de amar y amar sin medida.
Soy
como la brisa y el viento.
Soy como el fuego y el agua.
Soy como el oasis y el desierto
y, a veces, ya ni me siento
en esta armadura oxidada.
No
soy como soy a veces;
otras, apenas llego a serlo
y, aunque lo rebaso con creces,
cuando contemplo mi ego
sé que no se merece
el premio que llega luego.
Por
eso no quiero ser
algo que nunca he sido,
ni quiero volver a ver
eso que ya he parecido.
Tan solo quiero merecer
el amor para el que vivo.