Oigo ladrar a los perros;
alborotan en
la lejanía
queriendo
romper el silencio
y quebrar mi
vida tranquila.
Alzan las palomas el vuelo
cuando las
campanas
repican
llamando a oficios.
Miro al sol
en su agonía
corriendo a
ocultarse
en los
abismos.
El viento sopla, arrecia
abatiendo,
quebrando ramas,
levantando
polvo del camino.
Siguen la
llamada de la esquila
las ovejas,
buscando su cobijo.
La luna, que asoma serena
coronando el
campanario
de la
ermita,
vigila los
verdes campos,
los pinares
verdes, la tierra baldía.
Camino rápido.
Pienso en el
amparo de tus brazos
y en tu
abrigo;
en tu
puerta, siempre abierta,
para quien
busca paz
y es buen
amigo.
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