jueves, 31 de mayo de 2018

LA LUNA


         La luna que al cielo brilla
ilumina al caminante
y al enamorado que arrulla
-con su pasión por delante-
aquélla dulce doncella.
¡ La más dulce, la más bella !
cuyo amor ha conseguido,
tras haberlo perseguido,
como el cazador la presa.

         Y ahora, prisionero,
con la luna por delante,
como hombre, como amante,
con su amor por carcelero
-en perpetua condena-
quiere purgar esa pena
que ha de pagar primero.

         Y, si al fin purga su pena,
del todo con amor pagada,
será una pena de amor.
¡ Eso ni es pena ni es nada !

domingo, 27 de mayo de 2018

EN MI MANO


    


         Era la pluma en mi mano
un torrente azul que manaba
y en su curso impetuoso
contra nada se arredraba.
         Se atrevió contra montes y valles
y en las flores y jardines
encontró a los querubines
que le arrancaron sus males.

         Vivió a caballo del viento,
fué navegante en los mares
y en los ríos contemplaba
como la luna asomaba
entre peces y ramajes.

         Atisbó ese hechizo de luna,
blanca y refugio de amantes,
testigo del primer sí
y de vagas promesas distantes.

         Fue del aire prisionera 
y de las tormentas esclava.
Atendió a cualquier nombre
y a ninguno contestaba.

         Era ella, la pluma,
prisionera de mi mano,
como yo era prisionero
de ese algo carcelero
que dentro todos llevamos.

         Por ella pude decir,
ahora que viene a cuento,
cuáles son mis sentimientos
y que nunca compartí.

         Así es como la pluma,
el alba arañando
de mi mano asida,
veló ayer por tu sueño
y así lo hará mientras viva.

         Y el día que postrero adiós
con mi pluma te dedique,
bien sabrás que es mi adiós
y en el cielo quiero verte.

AL VIENTO



         Erguida, al viento,
como rubia cabellera,
dejas ondear tus rizos
entre invierno y primavera.

         Las franjas que tienes de gualda
y que con el rojo se alternan,
viven del mismo aire
y con el mismo se ondean.

         Ese mástil que te oprime
y que juega con el viento,
a la vida quiere asirse
mientras sea tu sustento.

         No consientas que te robe
de ése mástil- carcelero-
el viento que nada quiere,
ni las tormentas de invierno.