De Getsemanís poblado,
jardín florido.
Mil años olvidado,
otros cien cautivo.
Tus dorados verdores
cuánto admiro.
El rugbi de tus campos,
sabor divino.
De duras entrañas
pares tu fruto.
Sin recurrir a mañas
yo lo disfruto.
Que si negros, si
verdes,
si morados o añiles,
¡ cuánto valen tus frutos !
¡ qué bien me sirven !
De paladares, sabores,
¡ cuántos regalas !.
A regios y a pobres,
a todos ganas.
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