Erguida,
al viento,
como rubia cabellera,
dejas ondear tus rizos
entre invierno y primavera.
Las
franjas que tienes de gualda
y que con el rojo se alternan,
viven del mismo aire
y con el mismo se ondean.
Ese
mástil que te oprime
y que juega con el viento,
a la vida quiere asirse
mientras sea tu sustento.
No
consientas que te robe
de ése mástil- carcelero-
el viento que nada quiere,
ni las tormentas de invierno.
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