No quisiera que ese
rostro,
tantas veces contemplado,
se escudara tras un velo
cuando yo me haya marchado.
Quiero que tu alegría,
ese virus que contraje,
siga vivo cada día
aun cuando yo te deje.
No quiero tristeza ni
lutos,
ni lágrimas ni homenajes.
Quiero, al irme de este mundo,
tu amor por todo equipaje.
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