Enséñame pronto el
camino
que me lleva hasta el Calvario.
Rezar quiero en cada cruz
y, de una a otra, un rosario.
Quiero ver en las
heridas
de cada clavo y las llagas,
del Cristo que hay en la cruz,
cómo, por mis penas, paga.
Quiero ver en cada azote
que lleva ese Cristo en su espalda,
profundo como surcos de arado,
por qué todavía El me ama.
Quiero saber cuánto
sufre
y ver su sangre vertida;
ver el dolor en sus ojos
que mis pecados rediman.
Y quiero estar a su lado
cuando a su lado me llame,
con pena en mi corazón
por ser hombre tan infame.
Y allí, con los ojos
bajados,
queriendo esconder mi vergüenza,
sé que sentiré su amor
y mi vida será eterna.
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