Para un plato de
lentejas me pedías.
Yo, con aire distraído te miraba,
pensando en las cigalas de aquel día.
Por eso nada tuyo me importaba.
Pensarás que soy cruel
contigo
más, debes comprender - buen pedigüeño -
que no es lo mismo predicar que dar trigo
y ya me preocupo yo por mi granero.
Sé que tienes hambre, lo
sé.
¿Más crees tú que eso me importa?
Pasaré la tarde ante un café,
comiendo panes, bollos y tortas.
Comprendo que el paro es
un problema
y que a ti te afecta, compañero,
más deja ya de dar la vara
¡Basta ya, so puñetero!
Si tienes hambre,
trabaja.
Si no tienes trabajo, lo siento,
que yo, tranquilo en mi casa
con pausa mi dinero cuento.
Quizá, tal vez mañana,
sea yo quien te suplique.
Entonces veré lo que lastima
verse sin dinero y sin palique.
Más mientras llega el
momento
no siento que sufras, hermano.
Pobres como tú, hay a cientos
y a mí me importáis un rábano.
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