En mi puerta Tú
esperabas
¡ Oh, Jesús !, y te negué.
En silencio te alejabas
y yo me decía ¿ y qué ?.
Ignorando mi respuesta,
esperanzado tal vez,
día a día me buscabas
más yo nunca te encontré.
Sé que querías mi alma
y mi alma te negué.
Una vez preferí el oro,
otras muchas ni lo sé.
Más Tú, seguías viniendo
y yo me decía ¿ y qué ?.
Con el paso de los años
y las canas en mi sien,
ignorando aún Tu llamada,
más sabiendo ya por qué,
muchas veces te decía:
¡ Oh, Jesús ! Tú llamame,
y aunque mi voz no responda
y aunque reniegue otra vez,
ojalá nunca me escuches
ni te olvides de volver.
Y si me llamas un día
y otro te niego también,
aunque renegara yo siempre
renunciando a tu querer,
Tú no dejes de quererme
y, por quererme, volver.
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