¡ Miguel Hernández ha muerto !
En su pecho faltó el aire,
ese aire que entonaba,
con la fuerza de su sangre
canciones de amor y esperanza
que ya nadie oirá, nadie.
Las
carnes hoy se desgarran
por balas y bombas infames,
que entre los hermanos se cruzan
y entre hijos y sus padres.
Ha
muerto el pastor de Orihuela.
Id sus ovejas, baladle.
Abandonad el corral
y en el camino esperadle.
Nadie
alzará su voz,
pues nadie quiso escucharle.
Que Dios bendiga esta tierra
y en su lecho sepultadle.
Ya
no habrá nana de cebolla
y ojalá que todo acabe,
que ése rayo que no cesa,
con su fuego todo arrase.
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