Eras la
flor más delicada de mi jardín
y, en una fría y serena mañana,
se te acabaron las primaveras.
Aferrabas
mi mano en el adiós
y yo te susurraba con ternura
más, por fin te fuiste, presurosa.
Contigo,
serena, se fue mi alma
y mi pensamiento voló contigo.
contigo volé a la eterna primavera
por encima del cielo azul y las verdes campiñas
Y allí
te vi con mi padre, tu esposo,
felices ambos por el esperado encuentro.
vuestra alegría disipó, en parte, mi tristeza
y, aunque a veces me afloran las lágrimas,
doy gracias al Cielo por brindaros hospedaje.
No hay comentarios:
Publicar un comentario