viernes, 6 de julio de 2018

LA JUSTICIA





         Es una dama sencilla,
esbelta y algo espigada.
Sus ojos cubre con venda
y en su mano una balanza.

         Se la invoca con frecuencia.
Siempre podemos  nombrarla.
A veces no importa si viene;
por nuestra mano solemos tomarla.

         Nos valemos de su venda
e intentamos engañarla.
No es posible convencerla
aunque se quede callada

         Somos tan inconscientes,
tan insensatos, tan necios
que, de su ceguera usamos,
en beneficio propio.

         Y así, la dama inocente,
esbelta y algo espigada,
que es ahora nuestra cómplice,
moja su venda al llorarla.

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