Amamos
tanto la vida
que,
cuando llega la muerte,
nuestra
alma, dormida,
no quiere
que la despierten.
Nos
rebelamos, luchamos
y lo
hacemos de tal suerte
que, a
veces, nos engañamos
creyendo
que somos fuertes.
La vida,
cruel, injusta,
nos llena
de mil razones
preparándonos
sólo para vivir
y la
muerte nos asusta
y desgarra
nuestros corazones
al ver, a
quien se ama, morir.
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