Caminaba. Caminaba
junto a la orilla del río.
Las zarzas se me enredaban,
los rayos del Sol, tan tibios,
acariciaban mi espalda
haciendo más grato el camino.
Cerca, muy cerca de la orilla,
en la corriente mecidos,
los gansos sus alas batían
y picoteaban el limo.
La brisa despeinaba los chopos;
sus hojas, haciendo equilibrios
planeaban hacia el suelo
buscando un lugar tranquilo.
Yo, miraba hacia el cielo
queriendo encontrarme a mí mismo,
la paz que cuesta tan poco,
la serenidad, el dominio
que, a veces, tanto me falta
y tanto se enfrenta conmigo.
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