A veces, con el alba despierto
y busco, entre las sombras,
tus labios, tu aliento.
Unas veces suspiras;
otras, es tan grande el silencio
que tan solo escucho
mi corazón latiendo.
Entonces, mi sueño se evade
y, despierto, yo sueño.
Siempre sucede
que no soy dueño
de mis pensamientos.
Evoco el amor;
ese mar en calma
que llena hasta el fondo
cada rincón del alma.
Y, en cada rincón,
oculto, pero no escondido,
recobro el tesoro
que nunca he perdido.
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