Me abrazó ,en la
playa , el viento,
llenando mis labios del perfume de las algas.
mientras, la mar humedecía mi rostro,
el sol calentaba-apenas-mi cansado cuerpo
y la carretera lejana, con su rumor,
me hacía añorar el silencio.
Olas suaves, otras
bravías
rompían en la arena
por huellas surcada, que iban y venían
buscando-tal vez huyendo-de su destino.
Pequeños guijarros se movían
como güijas intentado dar un mensaje.
Todo el mar era
mío
y agradecí a Dios tan generoso
regalo,
ajeno a las tormentosas olas
que-otrora-pudieran ser mi enemigo.
Respiré a fondo. Me sentí lleno de la mar
y, en mi oídos aún escuchaba
el susurro de la caracola
diciéndome quedo: "no te vayas, no te vayas”
Y allí seguí; fija
la mirada
haciendo también mío el horizonte,
mientras las lágrimas fluían por mi rostro
hasta fundirse con la mar
que bañaba mis pies.
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