¡Cuánto ha que nada siento!
¡Cuántos momentos perdidos
por no guardar en el alma
otra cosa que el olvido!
Cerré mis ojos a
todo;
mi alma quedó sepultada
por sus angustias y miedos
mientras, esos ojos lloraban
y mi corazón se desgarraba.
¡Cuánto ha que nada siento!
Me sentí pobre y mezquino.
Miraba hacia otro lado
mientras tu sufrías, hermano.
Hice callar a mi alma,
dejé mi corazón sin latidos
y, hasta mi boca cerré,
para no exhalar ni un suspiro.
¡Tan sólo quiero el olvido!
Ahora, miro
siempre a lo lejos
por si te veo acercarte.
Lo hago para esquivarte
y, si te acercas y te miro,
quizá te recuerde-amigo-
cuando te tenga delante.
¡Lo que quiero es olvidarte!
¿Quieres un abrazo
de amigo?
¿Quieres tus cuitas contarme?
Mejor… no te pongas delante
porque tiempo no me queda
para escuchar hoy tus penas
y, aunque tenga que odiarme,
¡lo que quiero es olvidarte!
Sé que me
arrastro, vencido,
hacia un abismo insondable.
Sé que mis sueños han muerto
entre mis manos culpables.
Sé que nada merezco
y me reconozco cobarde.
Por eso, tal vez por eso,
¡lo que quiero es olvidarte!
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