martes, 2 de julio de 2019

EL PAPEL








                Se mueren las palabras en mi boca

heridas, sin coraza ni armadura

mientras se evaden, presurosas,

impulsadas por oscuros vientos de locura.

Late mi corazón;

en silencio sigue su andadura

y mi alma, atenta a sus silencios,

a pasos quedos, de su silencio se asegura.



                El papel, testigo inerte

de pesares, reyertas, singladuras,

en su alba se resiente
a muerte herido,

si un buen galeno,

de heridas de tal suerte,

no le cura.



                Y en la oscura tumba

donde yacen sin concierto,

entre otras de su misma catadura,

rasgadas, sucias, rotas;

ajenas  palabras de amor y de ternura,

allí, también allí yace mi alma

por el dolor que, tras la muerte,

lejos de cesar, aún perdura.

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