Dicen
que hay dioses, ¿no?
Pues sólo conozco a uno.
Vino porque murió
por no abandonarnos a ninguno.
Murió
por ti
y por ti ha vuelto,
como por mi volvería.
Sin esperar tu respuesta
y sin atender la mía.
Murió
en la cruz.
¿No es cierto?
Y entre sus brazos abiertos
quiso abrazar como hermanos
a judíos y romanos.
Fue
negado por amigos,
a golpes fue maltratado.
Tuvo que arrastrar su cruz
y ver heridas sus manos.
Sin
importarle sus llagas
otra vez Él volvería
al azote y a la cruz
y a la corona de espinas.
Quiso
dejar este mundo
prometiéndonos un reino
y nosotros le pagamos
traicionando hasta al hermano
sin importarnos un cuerno.
Aun
así, Él ha vuelto
y nos llama cada día.
Nos llama en el corazón
y por la calle nos guía.
Sordos
ante sus señales,
olvidando sus llamadas,
pasando va nuestra vida
por otros dioses guiada.
(1994)
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