Te veo retozar,
pequeño infante.
Te veo alborotar,
gritar, caerte.
Veo en ti
el mundo.
Alegre, fuerte, robusto
y el sentimiento, a veces,
en tu rostro adusto.
Más, en
tu alegría,
veo yo en tu alegría,
en tu enojo y tu porfía,
el futuro, día a día.
Y, a
veces, en tu tristeza,
con tu llanto penetrante,
viene a mis recuerdos-cercano-
aquél inolvidable día
en que llegaste.
(1974)
Para mi hijo, ahora que es padre.
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