I
Al despertar la mañana
nos fuimos de romería.
Unos, en la mano una
caña,
de cuya punta surgían
ramas de olivo y
romero,
símbolos de paz y
armonía;
otros, desgranando un
rosario,
entre plegarias y
“vivas”
siguiendo al lienzo
sagrado
que a todo el mundo
reunía.
Amaneció algo nublado;
el sol buscaba salida
para alumbrar el camino
que los romeros
seguían.
Unos, en la mano una
caña
otros, negros blusones
vestían,
recordando a los
huertanos
cuya fe sigue tan viva.
Aunados,
como hermanos,
junto a la Faz
Peregrina
gente de toda clase
que-codo a codo-camina.
II
“¡Faz Divina, Misericordia!”
se oyen gritos
alentando
y, en esa fe que les
anima,
siguen los peregrinos
andando
en esta jornada festiva
que acaba en el
santuario,
morada por Cristo
elegida.
Allí, donde los
alicantinos
y quienes festejan el
día,
acuden pidiendo al Cielo
que a sus familias bendiga.
Llega, al
fin, La Peregrina;
la recibe el pueblo
entero.
“¡Viva la Santa
Faz!¡Faz Divina!”
“¡Misericordia!”,
responde el pueblo
con una sola voz, que
lo afirma.
La gente
se va agrupando,
comienza la Santa Misa
y, con fervor, va
rezando
mientras la mañana
termina.
Muy bien Faz divina.
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