A veces, nada turba
mis pensamientos.
A veces, basta tan solo
una mirada
para sentirme perdido
y, al momento,
mi alma a los pies
derrumbada.
Más, otras, alzo
los ojos
al cielo y-en un momento-
veo los ojos de Dios
y su mirada.
Vuelvo a la vida,
pues estaba muerto,
recobrando en un instante
la esperanza
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