El
amanecer, en la playa,
es cada día un encuentro
en el que el Sol se desplaza
surgiendo de mar adentro
para ofrecer a la mirada
mágicos y bellos momentos.
Tras
el horizonte lejano surge,
va cabalgando en las olas
y la suave arena cubre
de brillos, colores y sombras.
En el cielo, algunas nubes
mudan y cambian sus formas.
Las
palmeras que se inclinan
bajo el empuje del viento,
abanican con sus palmas
como aplaudiendo el evento,
dando ocasión a mi pluma
para describir el momento.
Prisionero
del instante
en que te miro,
no concibo
otra forma de mirarte.
Soy
fiel amante
y fiel amigo
y persigo
hoy, también, enamorarte.
Cada
día es testigo
de que amarte
es lo que quiero
y lo primero
que, solo con verte,
ya consigo.
Más,
abrigo
ilusión diferente:
que, aunque calle,
tú me oigas.
Que, aunque lejos,
tú me llames.
Que, aunque perdido,
tú me encuentres.
La
copa de vino alivió mis penas,
mas no
fue algo duradero.
El amor que me profesas
sí es algo que me llena por entero.
Nunca
olvido el día en que se cumple
la feliz circunstancia de los años
en que te juré que, para siempre,
estaría yo contigo y tú a mi lado.
Quizá
me falle la memoria.
Quizá ya no sea quien fui antaño.
Nada podrá borrar la dulce historia
del amor que nos une tantos años.
y de ése amor, que estoy seguro me profesas
brotará más amor, como fuente que no cesa.
Te
amo desde el día en que te conocí
aunque, por aquél entonces, lo ignoraba.
Fue tu amor una sorpresa para mí,
u
n encuentro que, jamás, yo esperaba.
No
me preguntes qué es lo que vi entonces,
porque es posible que no sepa expresarlo.
¿Acaso todo debe tener un “por qué”?
Permíteme que pueda disfrutarlo.
Porque
si el amor mejora la vida
y hace sentir paz en el corazón,
¿crees que existe alguna buena razón
para que amarte como hago lo impida?
Esperaré hasta el fin con ilusión
que tu amor, en el Cielo, me reciba.
Añoro
aquél pequeño pueblo.
Allí todo me parece más humano.
Camino hasta el viejo pozo,
hasta el molino cercano,
cuyas paredes, vencidas,
delatan sus muchos años...
Sus
campos, tan bien labrados,
sus mieses que besa el viento.
las amapolas de grana
que descubro allá, a lo lejos,
cuando alzo la mirada,
absorto en mil pensamientos...
Me
niego a sentir lo que no siento.
No renuncio a alegrías ni placeres.
Todo lo que quiero en ti lo encuentro
y mi amor te acepta tal cual eres.
Vivo
junto a ti sin sobresaltos
y sé, bien cierto, que me quieres.
Tus defectos también tienen su encanto
como son los míos los que tú prefieres.
A
tu lado sigo, fiel a mi promesa.
He compartido, junto a ti, felicidad
y llorado, también, con tu tristeza.
para ti es toda mi lealtad,
sin otro destino ni otra empresa
que tenerte a mi lado al despertar
cada día, cuando empieza.
Paseando
por un parque de Berlín
escuché la melodía de un piano
y una bella canción, que nunca oí,
interpretada por un hombre muy anciano.
Blanco
de nieve era su pelo,
cortado al estilo de un soldado.
Le vi tocar con tanto anhelo
que no pude apartarme de su lado.
Era
tan triste aquélla melodía
que, hasta el piano me pareció muy desolado.
Hasta las hojas de los chopos no aplaudían
aunque el viento se esforzaba por lograrlo,
hasta las aguas del río no se movían
y mis ojos se nublaban con el llanto.
Quisiera
beber de unas fuentes
que nunca, jamás, se secaran.
Que hicieran de mí ese hombre
que no retrocede ante nada.
Presto para ayudar al débil,
que, ante el fuerte, no se allana.
Capaz de mostrarse hábil,
humilde hasta en la mirada
más, para nada servil
sino servidor, si hace falta.
Sé
que soy ese hombre por dentro
aunque nada lo declara
y ,tantas veces tiemblo
al pronunciar mis palabras
que un cobarde me siento,
incapaz de hacer ,ya, nada.
Entonces, mis pensamientos
parece que me taladran
exigiéndome, de nuevo,
ser el hombre que reclaman.
¿Por
qué me has de querer,
si todo es mérito tuyo?.
M
e das tu calor
y hasta el aire que respiro
tiene tu bondad y candor,
marcando en mi alma
su impronta, su sino.
Estoy
porque tú estás.
A tu lado está mi sitio,
prisionero de tu amor.
para él estoy, siempre, rendido.