Has hecho, mi Dios, las montañas.
Has hecho los mares y la luna;
prodigios que a la mente engañan,
ciudades en la arena de las dunas…
Has hecho los ríos que viajan
para morir en el mar o en la llanura,
tormentas que su furia desatan
anegando con sus aguas, sin mesura.
Has hecho nubes de formas caprichosas
al empuje del soplo de los vientos.
Has hecho cosas tan grandiosas…
Has hecho brotar en mí los sentimientos.
Has hecho de mí persona generosa,
lista para atender los sufrimientos,
solidario de otras gentes y…entre otras cosas,
capaz del amor, que ahora siento.
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