martes, 11 de febrero de 2020

EL ALBA








         Me desperté con el alba

y me adelanté en el camino.

La escarcha bañaba la hierba.

Aspiré el aire, sereno, tranquilo,

mirando aquel limpio cielo,

azul hasta el infinito.



         Sonó una esquila a lo lejos,

mientras el redil quedaba vacío

y los corderos trotaban

hacia los pastos vecinos.

Un perro, alegre, ladraba

intentando, al paso, seguirlos.



         El Sol iluminaba la flor

de los almendros floridos;

lanzaba su tibio calor

que animaba mis huesos, vencidos.

Yo, daba gracias a Dios

por todos los años vividos.

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