Fruto de la pasión
son los
amores perdidos,
cuando los
cuerpos, vencidos
por el
tiempo y el dolor
nada
guardan, ni el recuerdo,
de un pasado
de ilusión.
Arrugas, penas, dolores…
gestos
malos, sin pudor…
Aquello que
pudo ser amor
con el
devenir del tiempo
más se parece
a un infierno
que a lugar
acogedor.
¡Ay las palabras, los gestos!
Nada importa,
sin amor.
No quedan ya
ni los restos
de las
caricias, los besos,
de aquéllos
dulces momentos
que, si algo
fueron, no lo son.
Y es que, siendo la pasión
como la miel,
tan dulce
mientras
dura la ilusión,
amarga como
acíbar se torna
si el amor
solo ama el cuerpo
olvidando el
corazón.
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