Veo el pasar de la
vida
con pensamientos aciagos.
Nada vale un solo día
si tengo vacías mis manos
y así me siento yo ahora,
volviendo a ser como antaño.
No quiero más
pensamientos
que agosten la vida, ¡tan bella!
quiero tener en mis labios
una sonrisa que sea
como la calma del viento
al acabar la tormenta
¿Cuánto vale una
sonrisa?
me pregunto a cada paso
con un rictus de amargura
que, atravesando mi rostro,
pone en mi cara una mueca,
tan dura, que hasta me odio.
Quiero
sonreír a la vida,
quiero que, al ver mi rostro,
brille su luz en el día;
brille tanto para otros
que ansíen mi compañía
y renieguen de estar solos.
Y ahora, que ya la
sonrisa
dibuja el amor en mi rostro
y se extiende a todas partes,
adiós, te digo con mi pluma.
amor, voy a buscarte.
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