Nada me gustan los
muertos;
sus bocas están cerradas,
en sus ojos-antes abiertos-
se apaga una triste mirada
que me cala hasta los huesos.
No quiero decir
adiós
ni siquiera estando lejos.
Sólo quiero recordar
su paso tranquilo y sereno,
su voz, diciendo a mi paso,
hasta luego, Paco, hasta luego.
Tengo que ahogar
una lágrima
que anega en torrente mis ojos;
turbios, no quieren ver
el paso del cruel cortejo
que les lleva, sin remedio,
con la muerte ¡allá tan lejos!
No hay comentarios:
Publicar un comentario