La
ninfa mirándose estaba
en el espejo del río.
Un fauno que la observaba
desde un rincón, escondido,
por ella, ¡ay! suspiraba,
sintiendo el corazón herido.
Las
aguas, que reflejaban
aquél suave rostro, tan lindo,
aguas abajo arrastraban,
entre los guijarros dormidos
los sueños que la bella ninfa
quisiera se vieran cumplidos.
Viendo
viajar a los sueños,
ansioso por conseguirlos
para poder ser su dueño
y retenerlos consigo,
mostrose a la vista el fauno
y, ante la ninfa, rendido,
su amor expresó sincero
pidiendo ser, hoy, amigo
para poder ver mañana
ése, su amor, correspondido.
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