La
primavera es refugio
de sueños y de esperanzas.
De amores, antes dormidos,
de flores que, en los caminos,
tapizan cunetas y zanjas
de colores
tan vivos,
alfombrando el campo, las vallas,
llenando la vista de gozo
y el alma de reposo y calma.
¿Quién
no ha ansiado,
en los caminos
tomar una flor y mirarla,
extasiándose en su belleza?
¿Quién
en un libro, guardarla
y recuperarla del olvido
en alguna fecha lejana,
cuando la vida y el tiempo
apenas importan nada,
para recrearse con ella
ensoñando la mirada.
Volviendo a sentirse joven,
pensando en la mujer amada?
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