Puede
la miel, con tus besos,
parecer hoy tan salada
que la mar quisiera rozarlos
y toda su sal robarla.
Puede
que la sal, en tus labios,
me parezca mermelada
cubriendo ese pan tibio
que, en el desayuno, preparas.
Puede
que quiera saber
si, como hoy, cada mañana
podré tus besos tener
cuando me salude el alba.
Puede
que quiera tener
junto a mis labios los tuyos.
Así podré disponer
del sabor de tus arrullos.
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