Me pone triste la lluvia,
el cielo, de nubes cercado.
La calle, que aparece vacía,
y hasta el solitario mercado,
tan ajeno a aquéllos días
en que el sol, aunque lejano,
aparta con sus rayos la umbría
de plazas, jardines, tejados…
Siento
la humedad en mis huesos.
Me acojo a mí mismo. Me abrazo
queriendo rellenar ésos huecos
que el frío quiere ocupar a zarpazos.
¡Ay, cuánto recuerdo tus besos!
¡Cuánto el reposo en tu regazo!
¡Cuánto los días tan bellos…!
Aquéllos en que de las manos
y con los rostros juntos, muy juntos,
tantas primaveras gozamos.
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