Descubro tu
amado rostro en la penumbra,
bajo la tenue
luz del día que inicia su recorrido.
Tu faz
serena…tus ojos cerrados…tu respiración tranquila…
hacen que me
sienta a salvo.
Hemos llegado
juntos a la última etapa de la vida
superando
obstáculos, llorando, a veces.
Pero, siempre,
mirando al horizonte.
Huyendo de “lo
tuyo y lo mío” hasta encontrar “lo nuestro”;
ese amor que
avivamos, como la llama de la hoguera,
para que nunca
se extinga su calor
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