lunes, 16 de septiembre de 2019

LA MAR








                Me embrujó la mar

y mi alma se vistió

de la espuma de las olas,

que pronunciaban mi nombre.



                Sentí la arena

resbalando entre mis dedos,

mientras corría el tiempo

y la brisa, juguetona,

removía tu cabello.



                Lejos, un velero

escribía su camino

sobre el horizonte

y las nubes, a retazos,

ocultaban el sol

dando un respiro.



                Una gaviota muerta

-ángel caído- sobre la arena

movía torpemente sus alas

empujadas por el viento

y sentí que me dolía el corazón

porque, no sé qué día,

llegaré a perderte.

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