Leí
tu carta
cuando nada esperaba
y sentí vibrar mi corazón
con la pasión del primer beso,
pensando que tú me amabas.
Luego,
cuando tus ojos
se posaron en los míos,
chocamos nuestras copas
para brindar…
no sé por qué…
y me vinieron a la mente
tus palabras de enamorada.
Quise
leer tu carta de nuevo.
Junto al ventanal que da a la
bahía
jugueteaba con ella
entre las manos.
Una
ráfaga de viento
me la robó
y, cuando alcé la vista,
tan sólo vi una gaviota blanca
que alzaba el vuelo
mientras lanzaba un graznido
que me partió el alma.
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