Es la calle
tranquila,
bajo el sol del sábado,
reflejo de vida.
Abanican los
árboles sus ramas,
las nubes viajan por el cielo
y, en mi ventana,
un pajarillo recoge migajas.
No existe el silencio;
está el aire cargado de rumores:
el tic-tac del reloj, el viento,
el ruido de la gente y de los coches.
Miro a mi
alrededor;
todo está quieto.
Observo el sofá, tan rojo…
aquel libro que dejé abierto…
No hay comentarios:
Publicar un comentario