Tristes, los
girasoles
miran el suelo;
no pueden ver el sol
que es su consuelo.
La niebla está
baja,
las nubes juntas
sepultan al girasol
en la penumbra.
Ya sale el sol
tras la montaña;
sonríe el girasol,
vuelve su cara
y, encarando el sol,
hincha su fruto,
paladar de dioses
que yo disfruto.
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