A la sombra de
aquel árbol,
cuyas hojas temblaban
bajo el impulso del viento
que acariciaba sus ramas,
allí te vi, allí fijé en ti mi mirada.
El sol brillaba,
sus reflejos
irisaban las aguas del mar
que parecía tan lejos
como aquella arena dorada,
que-en dunas-la playa formaba,
donde las gaviotas alzaban su vuelo.
Desde el acantilado,
rocosa muralla abierta al vacío,
donde mis besos tempranos
tus labios surcaron en ardiente deseo,
desde allí, el mar contemplamos
uniendo-con amor-nuestras manos
mientras el sol se escondía
y la luna asomaba en el cielo
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