Amanece el día
nublado
y mueve las hojas el viento.
Me gusta el silencio y la lluvia;
el silencio respeta mi silencio,
la lluvia me recuerda el chapoteo
sobre los charcos en la feliz infancia.
Llueve y la lluvia
escribe sobre los cristales
de mi ventana, como en sílabas.
Nunca sé de qué me habla la lluvia,
pero me siento y miro como escribe.
A veces, un
relámpago ilumina
los cristales y el fragor del trueno
los hace temblar. No tiembla la lluvia
y sigue con sus renglones torcidos.
En el silencio
escucho la lluvia.
Chop, chop…le dice a mi ventana.
Cuando la lluvia cesa, el aire,
como una toalla mojada,
acaricia mi rostro.
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