Me
desperté con el alba
y me adelanté en el camino;
la escarcha bañaba la hierba.
Aspiré el aire, sereno, tranquilo,
mirando aquél limpio cielo,
azul hasta el infinito.
Sonó
una esquila a lo lejos
mientras el redil quedaba vacío
y los corderos trotaban
hacia los pastos vecinos.
Un perro, alegre, ladraba
intentando, al paso, seguirlos.
El
Sol iluminaba la flor
de los almendros floridos;
lanzaba su tibio calor
que animaba mis huesos vencidos.
Yo daba gracias a Dios
por todos los años vividos.
(Extraído de "Poemas para un cumpleaños especial")
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