Eras como un grano de pimienta;
tal vez como
un guisante
mas, pude
saber al instante
con emoción
contenida,
que ya no
podría olvidarte
mientras
durara mi vida.
Estarás junto a tu madre
en tu pequeño
retiro
y, cuando
vengas, yo aspiro
a tenerte
entre mis brazos,
a sentir en
mí tus latidos,
a vigilar
tus suspiros
mientras te
acarician mis manos.
Podré contarte mil cuentos.
Haremos
cosas sencillas
y retozarás
en la playa
junto a un
castillo de arena.
Mientras, la
mar serena
cercada por
mil sombrillas
nos bañará
con las aguas
que lamen,
tranquilas, su orilla.
Haremos, juntos, cometas
que llevarán
a los cielos
quizá tus
sueños y anhelos
dibujando
allí, entre las nubes,
donde viven
las estrellas
el camino
que nos lleva
tras ese amor
que nos llena
desde el día en que naciste.